Si quieres darle a tu hija las mismas oportunidades que a tu hijo, déjala arriesgar.
Las niñas tienen que poder apostar, caerse para aprender a hacer piruetas. Déjala que pruebe a improvisar para que descubra que no siempre hay que ir paso a paso, que los saltos acortan distancias, aunque a veces te caigas.
Las jóvenes tienen que poder fracasar para llegar a innovar. Si no puede escoger dejarlo todo para sacar adelante una idea, nunca sabrá hasta dónde esa idea era un proyecto viable. Y si las cosas no se tuercen a veces, no descubres tu capacidad de buscar soluciones.
El riesgo es el secreto de éxito. No le enseñes a conformarse, a ir a por lo seguro, porque nunca sabrá de lo que es capaz. Lo seguro no trae sorpresas, y las sorpresas son necesarias para aprender a adaptarse.