No sé por qué acepté volver a quedar para un café, me da corte decir que no, y tampoco es que tuviese nada mejor que hacer. Tocamos la política, y acabó llamándome ignorante y fanática. Bueno, no lo dijo con esas palabras pero lo estaba pensando. Lo sé. Me juzga todo el rato. Es una altiva. Esa mirada, ¿qué quiere de mí? Yo soy como soy y pienso como pienso. Además que ella me diga a mí racista es el colmo. Ella es la que tiene pasta, ella es a la que no le importan los refugiados, ¿por qué tiene que criticar dónde compro el café o la ropa? Las empresas dan trabajo. Cuando me estaba poniendo ya de los nervios va y me suelta: te ves muy guapa cuando te enfadas. ¿Guapa? Ya sabía yo que ella no era perfecta. Tortillera.
Esta historia es parte del proyecto de visualización queer Radicalxs Librxs: @radicalxs_librxs (Instagram)