El café de las once, en el lugar de siempre…

Salgo a pasear un lunes a las once de la mañana por Vigo. El día empieza nublado, pero sin la neblina característica que echo de menos cuando estoy lejos; para quienes no conozcáis el puerto gallego, en Vigo, el día suele comenzar con el cielo cubierto y la humedad en el aire, pero el sol (casi) siempre se abre camino entre las nubes.

En estos momentos no vivo en Vigo, estoy de vacaciones, por eso doy un paseo a las once. En Estocolmo, donde resido y trabajo, no suelo interrumpir mi jornada laboral a esas horas para un café o un paseo, a no ser que sea para almorzar, no es extraño comer a esas horas tempranas en Suecia.

Voy dando mi paseo, veo lo llenas que están las calles, personas de todas las edades, y me pregunto por qué siento que hay más vida, más ruido en Vigo que en la capital sueca, cuando esta es tres veces más grande. Sigo paseando, observando, deleitándome en tener el espacio mental para fijarme en el ritmo al que baila la ciudad atlántica. Esa ciudad que considero mi hogar, esas calles por las que he caminado tantas veces. Qué lujo ver lo cotidiano transformado en exótico, poder contemplarlo con distancia.

Me siento en Barrio do cura, una cafetería ( y pastelería) que desconocía; pido un cortado. Me lo traen con un cruasán, y así empiezo a sonreír por las pequeñas diferencias entre estas dos ciudades de mi vida. La camarera me pone la taza con café solo delante y me lo transforma en cortado con su jarra de leche caliente, dándome la oportunidad de alterar la proporción estándar. Gracias, le digo, y dejo que me deje a solas con mis pensamientos.

Entonces, ¿por qué hay tanta gente en la calle a las once de la mañana?, tanta gente si lo comparamos con Estocolmo, bueno, no, con Malmö, o con alguna otra ciudad sueca de tamaño similar. No lo sé, pero se me ocurre que la gente sale a comprar el pan, a dar un paseo o a tomar un café a media mañana, interrumpiendo la rutina, dándole un toque de color a los horarios, haciendo suyo su barrio. Por ejemplo, me imagino dos personas que trabajan en la misma oficina, haciendo una pausa del oficio, para ir a una cafetería cercana y tomarse el café de las once, mientras que en Suecia, la pausa se haría dentro de la oficina, en la cocina o comedor. Se me ocurre también que entendemos los gastos (el dinero) de forma diferente, que a lo mejor el protestantismo sueco tiene algo que ver, pero eso mejor lo dejo para otro día que el cortado es corto y ya se me acabó.

Hoy pienso en ti

Hoy pienso en ti más de lo normal.

En tu risa, pícara.

En tus ganas de correr, jugar.

Pienso en el calor de tu abrazo.

El sonido de tu voz.

La vida es rara.

Bella, aunque a veces, dura,

pero es bella, preciosa.

La vida es un tesoro que se te quedó corto.

La vida también está en los recuerdos.

Esos que nos acompañan siempre.

Los días de sol y de lluvia.

Hoy pienso en ti.

Un poco más.